¡Zas! El
viento arrancó una rama del árbol bajo el que se sentaba Carolina. Era la tarde
del miércoles, y como siempre Carolina estudiaba bajo el árbol situado enfrente
de su casa de campo. Pero esa tarde se le cayó una rama del árbol en donde ella
se sentaba.
Todo parecía
"normal", solamente había sido un accidente provocado por el viento
pero poco tardó Carolina en darse cuenta que todo esto parecía cosa del
destino. Ella se dirigió a apartar la rama cuando se dio cuenta que tenía una
nota pegada que decía: Una pista acabas de encontrar, si de qué se trata esto
quieres averiguar, en otros sitios has de buscar el resto de pistas, que por tu
casa están.
Carolina
intentando luchar contra esa curiosidad que le rodeaba el cuerpo, contó hasta
diez, esto era un truco que solía hacer para relajarse y volver a sus asuntos
como si nada hubiera pasado, truco que siempre le funcionaba. Pero por sorpresa
esa vez no fue así, a Carolina le podía la curiosidad de saber a que tipo de
juego se refería esa pista. Entró en su casa y miró en el sofá pero no encontró
nada. Subió a su cuarto y se fijó en una pequeña punta blanca que sobresalía de
un borde de la cama, se agachó y tiró de ella. ¡Había encontrado la segunda
pista!. Esta vez esa pequeña carta que le llevaría al tesoro que ella se
esperaba decía: Me alegro de que quieras jugar, pero las pistas no van a ser
tan fáciles de encontrar. Para encontrar la tercera pista diez pasos has de
dar, una curva a la derecha has de tomar y tres veces a la pata coja debes
saltar.
Carolina
emocionada y llena de ganas de descubrir ese misterio caminó diez pasos, estos
le llevaron al final del pasillo donde a la izquierda se encontraba la
habitación de sus padres siguió leyendo y giró a la derecha, se introdujo en la
habitación y esperó ansiosa, pero al ver que no pasaba nada leyó de nuevo
la carta y se dio cuenta de que le faltaba saltar tres veces a la pata
coja. Enseguida saltó tres veces a un pie y para su sorpresa sus padres
aparecieron por arte de magia en la habitación.
Los padres
exclamaron:
—Si para que
hemos montado este lío quieres averiguar, un beso en la mejilla a cada uno nos
has de dar.
Carolina
aceptó y se acercó y con delicadeza y le dio un beso a su padre, luego se
dirigió hacia su madre para terminar de cerrar el trato.
Entonces
gritó:
—¿Por qué me
habéis hecho buscar tantas pistas, dar un largo paseo y encima dañarme
tirándome una rama en la cabeza? Los padres le dijeron: porque hoy, como cada
año es un día especial, ¡hoy es tu santo! Entonces Carolina se acordó que la
noche anterior había estado pensando en ello pero ese mismo día se le había
olvidado.
Al final,
Carolina se dio cuenta de lo olvidadiza que era y al darse la vuelta para salir
del cuarto, se encontró un paquete de regalo. Al abrirlo en su interior
contenía un toldo, Carolina extrañada preguntó para que era y los padres
respondieron:
—Para que no
te caiga ninguna rama más encima, porque lo de la rama no fue ni culpa ni
intención nuestra, pero ahora ya tienes un "bonito" recuerdo de tu
santo.
Texto: Isabel Izquierdo Rufino
Un muy buen ejercicio de imaginación, Isabel. Enhorabuena por ello. Quizás faltó, a mi modo de ver, una resolución más potente del texto. Tienes que trabajar mas este aspecto. Por lo demás, bien escrito y bien llevado.
ResponderEliminarUna historia llena de imaginación y muy original. Nos llevas con la protagonista en busca de esas pistas que darán con la clave de ese particular regalo de santo.
ResponderEliminarÁnimo y a seguir escribiendo y evolucionando.