03 febrero 2012

¡Zas!


¡Zas! El viento arrancó una rama del árbol bajo el que se sentaba Carolina. Era la tarde del miércoles, y como siempre Carolina estudiaba bajo el árbol situado enfrente de su casa de campo. Pero esa tarde se le cayó una rama del árbol en donde ella se sentaba.
Todo parecía "normal", solamente había sido un accidente provocado por el viento pero poco tardó Carolina en darse cuenta que todo esto parecía cosa del destino. Ella se dirigió a apartar la rama cuando se dio cuenta que tenía una nota pegada que decía: Una pista acabas de encontrar, si de qué se trata esto quieres averiguar, en otros sitios has de buscar el resto de pistas, que por tu casa están.
Carolina intentando luchar contra esa curiosidad que le rodeaba el cuerpo, contó hasta diez, esto era un truco que solía hacer para relajarse y volver a sus asuntos como si nada hubiera pasado, truco que siempre le funcionaba. Pero por sorpresa esa vez no fue así, a Carolina le podía la curiosidad de saber a que tipo de juego se refería esa pista. Entró en su casa y miró en el sofá pero no encontró nada. Subió a su cuarto y se fijó en una pequeña punta blanca que sobresalía de un borde de la cama, se agachó y tiró de ella. ¡Había encontrado la segunda pista!. Esta vez esa pequeña carta que le llevaría al tesoro que ella se esperaba decía: Me alegro de que quieras jugar, pero las pistas no van a ser tan fáciles de encontrar. Para encontrar la tercera pista diez pasos has de dar, una curva a la derecha has de tomar y tres veces a la pata coja debes saltar.
Carolina emocionada y llena de ganas de descubrir ese misterio caminó diez pasos, estos le llevaron al final del pasillo donde a la izquierda se encontraba la habitación de sus padres siguió leyendo y giró a la derecha, se introdujo en la habitación  y esperó ansiosa, pero al ver que no pasaba nada leyó de nuevo la carta y se dio cuenta de que le faltaba saltar tres veces a la pata coja. Enseguida saltó tres veces a un pie y para su sorpresa sus padres aparecieron por arte de magia en la habitación.
Los padres exclamaron:
—Si para que hemos montado este lío quieres averiguar, un beso en la mejilla a cada uno nos has de dar.
Carolina aceptó y se acercó y con delicadeza y le dio un beso a su padre, luego se dirigió hacia su madre para terminar de cerrar el trato.
Entonces gritó:
—¿Por qué me habéis hecho buscar tantas pistas, dar un largo paseo y encima dañarme tirándome una rama en la cabeza? Los padres le dijeron: porque hoy, como cada año es un día especial, ¡hoy es tu santo! Entonces Carolina se acordó que la noche anterior había estado pensando en ello pero ese mismo día se le había olvidado. 

Al final, Carolina se dio cuenta de lo olvidadiza que era y al darse la vuelta para salir del cuarto, se encontró un paquete de regalo. Al abrirlo en su interior contenía un toldo, Carolina extrañada preguntó para que era y los padres respondieron:
—Para que no te caiga ninguna rama más encima, porque lo de la rama no fue ni culpa ni intención nuestra, pero ahora ya tienes un "bonito" recuerdo de tu santo.

Texto: Isabel Izquierdo Rufino


2 comentarios:

  1. Un muy buen ejercicio de imaginación, Isabel. Enhorabuena por ello. Quizás faltó, a mi modo de ver, una resolución más potente del texto. Tienes que trabajar mas este aspecto. Por lo demás, bien escrito y bien llevado.

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  2. Una historia llena de imaginación y muy original. Nos llevas con la protagonista en busca de esas pistas que darán con la clave de ese particular regalo de santo.
    Ánimo y a seguir escribiendo y evolucionando.

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