Entre griteríos y empujones Paloma se disponía a cruzar el largo y estrecho pasillo de la escuela para llegar a un lugar especial de tranquilidad y armonía, de pasión y dedicación, simplemente un lugar fantástico, la clase de música.
Paloma lleva un par de años tocando el violín, pero le dedica tanta entrega que parece que lo toca de toda la vida, que tiene un don. Siempre sigue la misma rutina: saca el violín, se lo coloca entre el cuello y el brazo, sintiendo como ambas partes se unen para formar una sola, sitúa los dedos entre las finas cuerdas, cierra los ojos y toca “El invierno” de Vivaldi, su canción favorita.
Nota a nota Paloma va construyendo en su imaginación un mundo de pentagramas, signos ininteligibles y melodías. Un mundo de música. Entonces, sólo por un momento, se siente la única persona del mundo, se siente como una violinista, porque esta es su verdadera pasión.
Texto: Elena Pozo Vinuesa (14 años)
Acertada recreación de la virtud de una artista: sentir que arte y persona son una, sentirse la única persona en el mundo, sentir que su vida es pura pasión. ¿Será que tú eres artista? Enhorabuena, Elena. Muy bien escrito, pleno de sentido y madurez.
ResponderEliminarMe gusta cómo escribes esta historia, cómo nos vas llevando de la mano a la pasión de un artista. Muy bien Elena.
ResponderEliminarEstupenda fusión de arte y artista, de Paloma y violín, de Elena y las letras. Muy buen comienzo, Elena, este blog promete, desde luego, y esta nueva artista también.
ResponderEliminarEnhorabuena, jovencita.
Historia madura, envolvente, de factura impecable y llena de sensibilidad.
ResponderEliminarEspléndida narración para un texto excelente.
ResponderEliminarLa posibilidad de fusionar letras bien escritas con voces bien narradas es una asignatura que se pretende en este blog y que está comenzando de una manera muy digna.
ResponderEliminarEspero seguir escuchando las palabras de nuestros jóvenes escritores muy a menudo