21 marzo 2012

El plan de huída.


–Ja, ja, ja! –Se rió mi padre.
Me desperté sobresaltada.
Salí de la cama y fui a la cocina donde mi padre se reía a carcajadas con esa peculiar risota que a cualquiera le amargaba el día.
Entré en la cocina y allí estaba mi madre roja como un tomate, con su delantal verde y amarillo y algo a su lado que yo no podía divisar ya que mi hermano Jimmy,  lo tapaba, y al lado estaba mi padre tronchándose de risa y señalando lo que yo no podía ver.
–¡Eso lo llevarás a casa de la tía Margaret!, ¡por dios, pensé que no eras así de tonta sabiendo que tu tía no toleraría ese pastel bajo ningún concepto!- Saltó mi padre.
–¡Basta! –Grité subiéndome la sangre a la cabeza.
Ojalá que se fuera ya de casa mi padre, ojalá nos dejara en paz, si no fuera porque si nos separamos de él nos vamos a la ruina sin dinero, sin comida y sin un techo donde vivir, ya nos hubiéramos ido de la vista de ese hombre al que tanto yo odiaba.
–¡Basta ya! –Exploté.
Un silencio amargo se apoderó de la cocina, aquella sala de un color marrón caca que tanto odiaba con aquellas experiencias con el rodillo y la masa para hacer los pasteles.
Después de un rato mi padre anunció:
–Me voy a trabajar al campo, hay mucho trabajo en el campo, Margaret, llegaré tarde del campo, seguramente por la noche- Hizo una reverencia a mi madre y se fue.
Era lunes 1 de julio de 1984, yo tenía 17 años y al año siguiente alcanzaría la mayoría de edad. Yo querría irme con Harry, el mayor de mis hermanos varones que eran cinco, que también tenía 17 años, al año siguiente a la universidad de Londres, pero mi madre insistía en que no porque tenía que mantener a una familia ya que ella estaba mayor.
Mi madre se echó a llorar a lágrima viva, se abrazó a mi cuello y entonces pude ver una masa de pastel partida a la mitad.
Entraron mis hermanos por la puerta de la cocina con caras de preocupación y vieron el panorama.
Harry dijo:
–No aguanto más, nos vamos a Londres, encontraré unas habitaciones en un hotel y unos carruajes para irnos a Londres.
Todos asentimos y dije:
–James, Bilie, Erik, Davis y mamá, recoged todo lo de vuestra habitación, Harry, tu haz lo que nos has propuesto y yo le escribiré una carta a papá.
Tres horas después estábamos todos en los carruajes camino de Londres.
Por fin estábamos libres de un marginador, "empezaremos una vida desde cero", pensaba yo una y otra vez.

Texto: Paloma Martínez

3 comentarios:

  1. Muy bien Paloma, un texto con diálogo que merece mucho la pena. Cuidar algunos descuidos por falta de revisión, pero que son poco importantes.
    Sigue escribiendo, no lo dejes, tienes mucho potencial.

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  2. Es un relato interesante y con muchos puntos fuertes: la ironía, una historia bien estructurada, con impacto emocional.
    Muy bien, Paloma. No dejes de escribir.

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  3. Lo mismo te digo, Paloma. Has mantenido un buen nivel desde el principio, e intuyo que dentro de ti tenemos a una buena escritora. Solo hace falta trabajo. De ti depende. Envíanos tus textos. No dejes de escribir.

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