15 febrero 2012

Una de las anécdotas de mi vida.


Hola a todos. Os voy a contar una historia muy divertida que me ha sucedido, cuando conocí a los tres cerditos. Empiezo:
Un día por la mañana había en medio de un campo trabajando tres cerditos; estaban haciendo cada uno su casa.
Una de las casas era de paja, y el cerdito que la construyó cuando terminó se fue a tocar la flauta y a divertirse con otro de los cerditos que tocaba el violín y había construido su casa de madera. El otro cerdito, muy trabajador, siguió trabajando en su casa de ladrillos para que no pudiera entrar el lobo en vez de ir a divertirse con los otros dos cerditos.
 De repente vieron al lobo y salieron corriendo a entrar cada uno en su casa. Cuando el lobo llegó a la casa de paja dijo:
         –Abre la puerta y déjame entrar
-       –Por nada pienso dejarte entrar – dijo el cerdito que vivía en esa casita muy asustado.
El lobo extrañado dijo:
-       –Soplaré, soplaré y tu casa derribaré.
El lobo enseguida sopló y destruyó la casa de paja. El cerdito muy asustado corrió hacia la casa de madera y el otro cerdito que estaba dentro y él se quedaron más asustados todavía.
-       –¡Rayos! -Exclamó el lobo y engañándolos dijo –Bueno sois muy listos para mí, será mejor que me marche –Entonces empezó a hacer como si estuviera dando un paseo.
-       –¡Se ha ido! –creyeron los cerditos. De la alegría que tenían se pusieron a bailar y a cantar.
El lobo, muy listo, se escondió en una cesta con una piel de oveja encima para que creyeran que era una oveja perdida y tocó la puerta:
-       –¿Quién es? –preguntaron los dos asustados.
-       –Una pobre ovejita soy, sin saber a donde voy, por favor abrid y no me dejéis aquí –intentó engañar el lobo.
-       –Por nada pienso dejarte entrar con esa piel de oveja no me vas a engañar –dijeron a la vez los cerditos.
El lobo se enfadó y dijo:
-       –Soplaré, soplaré y vuestra casa derribaré.
Sopló y derribó la casa con lo cual los cerditos salieron corriendo hacia la casa más elaborada, la del cerdito trbajador y se escondieron bajo la cama:
-       –Veis, os dije que pasaría, si ese lobo aparecía, solo el ladrillo resistiría, ahora al menos a salvo estáis.
Y se pusieron a cantar y tocaron a la puerta:
-       –¿Quién es? –preguntó el dueño de la casa de ladrillos.
-       –Vendo maravillosos cepillos para poderme pagar los estudios –dijo el lobo disfrazado.
El cerdito abrió la puerta, cogió  uno de los cepillos y dijo:
-       –Gracias
Como la puerta tenía una especie de ventanita para poder asomar la cabeza, el cerdito le lanzó el cepillo, se lo tiró a la cara, abrió la puerta, tiró de la alfombra y el lobo cayó al suelo:
El lobo de los nervios se enfadó muchísimo más:
-       –Si pensáis que ahí no entraré, soplaré, soplaré y la casa derribaré.
Él soplaba y soplaba pero la casa no se derribaba, subió al tejado y entró por la chimenea, y el cerdito muy listo quitó la tapa del caldero de agua hirviendo y chilló. Ahí fue cuando aparecí yo, y salió volando de la chimenea y escapó.
-       ¿A que no sabes quién soy yo? Yo soy uno de los dientes del lobo que cuando le dieron con el cepillo en la cara empecé a soltarme un poco, cuando soplaba un poco más y con el chillido de aquel lobo insoportable, salí yo disparado, y así fue como me hice amigo de los tres cerditos y ellos hablan conmigo todos los días y yo les cuento a quién ha atacado el lobo.
-       Ahora toca la de la niña con la caperuza roja –dijo uno de los cerditos.
-       –¡Adiós chicos! –exclamó el diente.

     Texto: Alejandra González Ruíz.

1 comentario:

  1. Buena idea, original y simpática.
    Solo queda lastrada por el relato casi literal del cuento que todos conocemos. No es necesario, Alejandra, tú puedes crear algo nuevo e interesante, como has demostrado en las últimas frases.
    Trabaja tu propia visión, confía en ella.

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