Es de noche, y el agua de la lluvia resbala por los cristales. Me levanto de la silla de madera en la que estaba sentada dejando colgada mi chaqueta amarilla, y me aproximo a la ventana. La toco. Está helada. Diviso en el horizonte un pequeño punto, que después de un tiempo se convierte en un hermoso árbol del que cuelga una manzana roja. Me hace recordar una cosa sucedida hace algún tiempo, pero ahora no tiene importancia. Mi hermano juega a la pelota en el porche con un vecino y nuestro perro Sam. Siempre hace alguna trampa para ganar y no se sabe cómo nadie se da cuenta. Se oye un sonido a lo lejos y mi madre me grita que vaya a abrir la puerta. Me separo unos segundos de aquella ventana y bajo corriendo las escaleras. Miro por la mirilla, no se divisa a nadie. Me voy con cierta y visible tristeza hacia mi cuarto. Mientras subo las escaleras me quedo parada en un escalón y noto algo bajo mi pie, era un chicle que había dejado mi hermano tirado en el suelo.
–Como siempre –digo con un susurro.
Ya nada me importa. Entro en mi cuarto y me quito los
zapatos cuidadosamente para no tocar lo que antes pisé y me pongo el pijama.
Coloco la ropa en la mesa y quito el
cable del enchufe de la televisión. Me acuesto y sueño.
A la mañana
siguiente el ruido de un motor me despierta. Me visto, cojo mi bolso y, a continuación, me dirijo al
salón. La intuición me hace abrir la puerta. La abro. Miro hacia el suelo y
encuentro una carta con una flor, especificando más una prímula, mi flor preferida por excelencia. En la carta se
encontraban las siguientes palabras:
Querida Paula:
A veces me pongo a
pensar que no existe en el mundo una persona como tú, una persona que en el
primer momento en que la conocí, despertó el sentimiento tan hermoso, tan
especial, tan maravilloso como el amor, un sentimiento que solo una persona me
ha hecho sentir. Porque te recuerdo que tu sonrisa me ilumina el día.
Firmado El chico que te AMA.
PD: Mira hacia el cielo.
Levanto la cabeza, y en
un soplo de viento mi pelo se levanta en las distintas direcciones. Con un fino
hilo de voz murmuro: Nieve.
Texto: Andrea Fuentes.
Me gusta esta historia, como te has metido en la voz del personaje, y nos haces pensar como ella. Lo único has de rematar mejor el final para que nos quede claro a los lectores, buen trabajo.
ResponderEliminarBuen texto, con sentimientos a flor de piel y potentes imágenes. Muy bien, Andrea, sigue avanzando.
ResponderEliminarEsa mirada al aire, nos deja la miel en los labios. Buen trabajo,
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