22 febrero 2012

Los tres cerditos y yo (Narración: Susana Santamarina).


A continuación podéis escuchar el texto de María Basterra, "Los tres cerditos y Yo", narrado por  Susana Santamarina. Espero que lo disfrutéis.



Os voy a contar la historia de los tres cerditos, pero tenéis que saber que yo también me considero personaje, así que vamos a empezar.
¡Ah!, antes que nada, me voy a presentar: yo soy el humilde trozo de paja que salió disparado por los aires por el gran soplido del lobo.
Hace unos días, antes de que ocurriera todo esto, me metieron en una gran bolsa, junto con mis amigos y familia, nos depositaron en un enorme cuenco de madera y allí permanecí durante una semana, y cuando pensé que la gigantesca vaca me iba a comer, apareció un cerdito con sus dos hermanos. El que me cogió, parecía ser el más joven por la estatura y por sus rojas mejillas que relucían a la luz del Sol. Me tomó con sus delicadas patas y no me soltó en todo el camino hasta llegar al campo. Pasaron días y días y los tres hermanos discutían sin parar acerca de algo de unas casas sin ponerse de acuerdo. Finalmente, les oí decir que iban a hacerse una cada uno. Cuando el cerdito más joven fue a construir la suya, utilizó a todos mis compañeros antes que a mí, cosa que me puso muy triste. Fue el que acabó antes que sus otros dos hermanos. El siguiente fue el mediano, y el último fue el mayor. Pasaban días y días, y yo me iba quemando poquito a poco. 
Entonces llegó el gran día. Un lobo que andaba por allí se acercó mucho y el cerdito se metió en su cabaña; el lobo le decía que si no abría la puerta, soplaría y la casa derrumbaría. El cerdito no abrió la puerta y el lobo con gran fuerza sopló y sopló y la casa se derrumbó. En ese mismo momento, salí disparado, hacia un lugar que me pareció en cierta manera familiar. Fue entonces cuando supe que me encontraba de nuevo en el comedero de vacas del que había salido hacía unos días. Cuando menos me lo esperaba, la enorme boca de la vaca se abrió tanto que fue imposible escapar. Entonces fui engullida por el animal. 
Os preguntaréis desde donde estoy hablando, ¿verdad? Pues si, estoy en el estómago de la vaca, pero tranquilos que todavía queda mucha historia que contar.

Texto: María Basterra Olives (1º de la ESO).

No hay comentarios:

Publicar un comentario