09 febrero 2012

Verdes

Los ojos de Arisa se abrieron lentamente estimulados por la llamada de Gedelia que la había despertado. Arisa se dirijió hacia el baño, donde le esperaba Manfu. Al levantar la mirada hacia el espejo volvió a sentirse como en primaria siendo insultada por las voces de los niños, que criticaban sus extraños ojos mientras sus madres la miraban y se reían entre ellas al ver a "la de los ojos raros". No pudo evitar golpear con firmeza el espejo y provocar en él una rotura. Se cubrió la mano con vendas y se preparó para ir al trabajo. Nunca olvida sus gafas de sol para ir a cualquier sitio. En sus treinta años siempre se ha sentido diferente, y los hombres con los que salía al entrar en su casa y verle esos dos ojos, uno verde y otro castaño, agarraban su chaleco y huían para no verla más.

De camino hacia la empresa las plantas la iban llamando con sus tiernas voces. Durante toda su vida, la única amistad que tenía era la de esos verdes seres los cuales le enseñaron la habilidad de comunicarse con ella; de hecho, tiene treinta en su casa.

En la entrada a su empresa le esperaba su jefe Octavio, con sus elegantes ojos verdes, que la recibió con su especial sonrisa. Siempre había deseado salir con él, pero temía que la volvieran a dejar por su "peculiar" apariencia. Subió al ascensor sujetándose las gafas para que nadie se las quitara y entró en su planta. No pudo evitar chocar con un joven que se dio de bruces contra ella haciendo que se le cayeran las gafas. Con los ojos tapados las sujetó rapidamente y se las volvió a colocar en la cabeza: las plantas de alrededor casi se desmayan.
 

Se sentó en su escritorio y preparó los papeles para una reunión. Mientras lo hacía se cruzó con octavio.

–¡que hay!
–¡oh!, nada por ahora.

Octavio apoyó su hombro en la mesa y la miró a las gafas. Tras mirarse mutuamente un tiempo alargó la mano e intentó arrebatárselas y ella se las sujetó y se negó a hacerlo. Octavio se alejó, y ella se dispuso a entrar en la sala.

En la sala de reuniones ya estaban sentados todos los jefes importantes, que mostraron el diseño de su nuevo coche.


–señora Arisa, los papeles por favor.


Al levantarse, todos los hombres de la sala la miraron impactados por su belleza. Simplemente entregó sus papeles y se volvió a sentar. Las plantas de la sala le gritaron en ese momento:


–¡Octavio te ha cambiado los papeles!


Los expusieron en diapositivas, que mostraban un bajo rendimiento en el sector automovilístico que les impedía fabricar el nuevo.


–¡Vaya! Tendremos que esperar a tiempos mejores.


Arisa intentó hablar, pero Octavio la interrumpió temblando un poco.


–E... es evidente que no podemos trabajar en este proyecto, de modo que sugiero comenzar con un modelo más sencillo.


Una de las plantas sujetó su camisa y le quitó una foto que luego tiró al suelo

–¿Qué es eso?

–Igual es algo del proyecto

–No se ve...

–¡Póngalo en el simulador de diapositivas!

A octavio le dió verguenza explicar qué era la foto. Sólo se enteraron cuando la puesieron en el simulador y se vió a una chica joven en minifalda. Octavio salió corriendo de la sala mientras todos reían.



Texto: Lidia Frías.

2 comentarios:

  1. Lidia. Tienes una voz muy conseguida. El texto es fluido. Esa imagen de las plantas, formando parte del mundo de Arisa, transmiten un halo misterioso a la protagonista. Has construido muy bien ese personaje. Quizás ha quedado algo menos solvente Octavio. Buen texto y te animo a continuar en esta línea. Espero con curiosidad tu próximo ejercicio.

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  2. Que pena que no te atrevas a escribir más porque lo haces muy bien. Te animo a que participes más en los retos propuestos, que inventes historias y que disfrutes haciéndolo. Cuando uno participa y lo hace bien la satisfacción es doble.

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