Hola a todos. Os voy a
contar una historia muy divertida que me ha sucedido, cuando conocí a
los tres cerditos. Empiezo:
Un día por la mañana había
en medio de un campo trabajando tres cerditos; estaban haciendo cada uno su
casa.
Una de las casas era de paja, y el cerdito que la construyó cuando terminó se fue a tocar la flauta y a
divertirse con otro de los cerditos que tocaba el violín y había construido su
casa de madera. El otro cerdito, muy trabajador, siguió trabajando en su casa
de ladrillos para que no pudiera entrar el lobo en vez de ir a divertirse con
los otros dos cerditos.
De repente vieron al lobo y salieron corriendo a entrar cada
uno en su casa. Cuando el lobo llegó a la casa de paja dijo:
–Abre la puerta y déjame entrar
- –Por nada pienso dejarte entrar – dijo el
cerdito que vivía en esa casita muy asustado.
El lobo extrañado dijo:
- –Soplaré, soplaré y tu casa derribaré.
El lobo enseguida sopló y destruyó la casa de paja. El cerdito muy asustado corrió hacia la
casa de madera y el otro cerdito que estaba dentro y él se quedaron más
asustados todavía.
- –¡Rayos! -Exclamó el lobo y
engañándolos dijo –Bueno sois muy listos para mí, será mejor que me marche –Entonces empezó a hacer como si estuviera dando un paseo.
- –¡Se ha ido! –creyeron los cerditos. De la alegría que tenían
se pusieron a bailar y a cantar.
El lobo, muy listo, se
escondió en una cesta con una piel de oveja encima para que creyeran que
era una oveja perdida y tocó la puerta:
- –¿Quién es? –preguntaron los dos asustados.
- –Una pobre ovejita soy, sin saber a donde voy, por favor abrid
y no me dejéis aquí –intentó engañar el lobo.
- –Por nada pienso dejarte entrar con esa piel de oveja no me vas
a engañar –dijeron a la vez los cerditos.
El lobo se enfadó y dijo:
- –Soplaré, soplaré y vuestra casa derribaré.
Sopló y
derribó la casa con lo cual los cerditos salieron corriendo hacia la casa más elaborada, la del cerdito
trbajador y se escondieron bajo la cama:
- –Veis, os dije que pasaría, si ese lobo aparecía, solo el
ladrillo resistiría, ahora al menos a salvo estáis.
Y se pusieron a cantar y
tocaron a la puerta:
- –¿Quién es? –preguntó el dueño de la casa de ladrillos.
- –Vendo maravillosos cepillos para poderme pagar los estudios –dijo el lobo disfrazado.
El cerdito abrió la puerta, cogió uno de los cepillos
y dijo:
- –Gracias
Como la puerta tenía una especie de ventanita para poder asomar la cabeza, el cerdito le
lanzó el cepillo, se lo tiró a la cara, abrió la puerta, tiró de la
alfombra y el lobo cayó al suelo:
El lobo de los nervios se
enfadó muchísimo más:
- –Si pensáis que ahí no entraré, soplaré, soplaré y la casa derribaré.
Él soplaba y soplaba pero
la casa no se derribaba, subió al tejado y entró por la
chimenea, y el cerdito muy listo quitó la tapa del caldero de agua
hirviendo y chilló. Ahí fue cuando aparecí yo, y salió volando de la chimenea y escapó.
-
¿A que no sabes quién soy yo? Yo soy uno de los
dientes del lobo que cuando le dieron con el cepillo en la cara empecé a soltarme un poco, cuando soplaba un poco más y con el chillido
de aquel lobo insoportable, salí yo disparado, y así fue como me
hice amigo de los tres cerditos y ellos hablan conmigo todos los días y yo les
cuento a quién ha atacado el lobo.
-
Ahora toca la de la niña con la caperuza roja –dijo uno de
los cerditos.
- –¡Adiós chicos! –exclamó el diente.
Texto: Alejandra González Ruíz.