25 marzo 2012

No hay más puertas.


Estaba todo oscuro. Aquel lugar era húmedo y a penas corría una brisa. Sentía cómo el frío cortaba la piel de mis labios. Fui levantándome poco a poco. Estaba descalza, con un trapo por vestido y comenzaba a sentir el pánico en mis huesos. Presentía que esto no iba a ser una broma que acabaría en un simple mal recuerdo. El terror me paralizaba, no notaba parte alguna de mi cuerpo, solo el corazón, que daba con fuerza sus latidos más angustiosos.

     Pasó mucho tiempo hasta que comencé a ser consciente de lo que a mi al rededor sucedía. Seguía sin poder ver nada. Como estaba apoyada en una pared supuse que me encontraba en una habitación. Comencé a caminar arrastrando mis manos sobre ésta en busca de alguna salida pero mis dedos apenas notaban la presencia de la pared. Se me ocurrió calentarlos uno por uno en mi boca y volví a recorrer la habitación en busca de una salida. Esta segunda vez tuve más suerte. Crucé los dedos de la mano con la que no sujetaba el pomo y giré la otra con la esperanza de que la puerta se abriera. 

     Sin embargo, tras esa puerta no se encontraba lo que yo tanto ansiaba, una escapatoria. Había entrado en otra habitación y tras mi espalda se desvanecía la puerta que acababa de cruzar. Me encontraba en un lugar sin fin, el suelo se extendía bajo mis pies sin encontrar un lugar donde terminar. Ahora estaba confusa, no comprendía qué estaba pasando y lo único que se me ocurrió era que todo esto formaba parte de uno de mis sueños, me tumbé y esperé. El tiempo pasaba y cada vez estaba más segura de que no me despertaría. De repente un calor abrasador cubrió todo mi cuerpo. Notaba las gotas de sudor descendiendo por mi rostro. El suelo comenzaba a quemar y cada vez ardía más. Mis pies descalzos comenzaron a correr para no quemarse. Pronto divisé otra puerta, pero cada vez que la creía cerca, volvía a ver una distancia inmensa hasta ella. En un último intento eché a correr sin apenas coger aire y esta vez logré llegar hasta ella.

     Estaba tirada en el suelo, la puerta, tras yo haberla cruzado, se había desvanecido igual que la otra. Intentaba recuperar el aliento pero la velocidad a la que iban mis pulmones  me impedía coger una bocanada de aire. Mi corazón latía con tanta fuerza que sentía cómo atravesaba mi pecho con cada latido. Mis pies carecían de piel y la sangre  fluía sobre ellos. Sólo tenía ganas de terminar con aquel sufrimiento.  

    Cuando alcé la mirada, me percaté de que no estaba sola. Contemplé cómo una larga fila de personas se extendía tras un río. Me levanté y comencé a caminar junto a la cola. El rostro de esas personas no tenía vida, estaba lleno de tristeza, de repente todas las miradas se dirigieron a mi. 

    ¡Estaban muertos! 
    
    Comenzaron a señalarme y a gritarme. Me apuntaban con sus dedos putrefactos y consumidos tras su muerte. Volvía a tener esa sensación de pánico en todo el cuerpo. Uno de ellos se acercó y me dijo: 

         –¡Ponte en la cola si tienes dinero, si no, ya puedes ir acostumbrándote a este mundo!, no todos tienen la suerte que tu has tenido.

     Yo seguía sin entender nada así que le pregunté:

         –¿Dónde estoy?
     
     El hombre se echó a reír bufándose de mi ignorancia:

         –Estás en el inframundo. Habías ido al infierno y te acaban de dar una segunda oportunidad, aprovéchala.

Texto: Silvia Izquierdo

4 comentarios:

  1. Qué buen relato, te mantiene en vilo hasta el último momento.

    Enhorabuena Silvia, me ha gustado mucho.

    Saludos desde mi mar,

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  2. Muy bien, Silvia. Un relato con garra y muy bien escrito.
    No dejes que tu gran capacidad como escritora se pierda o se estanque. Sigue escribiendo y avanzando, Silvia. Puedes llegar muy lejos.

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  3. Silvia tienes mucho que darnos a los lectores, sigue mandando textos, sigue cultivando este arte que haces tan bien y que tantas satisfacciones da. Enhorabuena.

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  4. Vaya, vaya... entre tus muchos talentos, también posees el de la escritura. Me ha gustado mucho, Silvia. Me parece que está muy bien escrito y la idea pone de manifiesto tu gran creatividad. ¡Enhorabuena! Belén Monterrey.

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