Aun sigo aquí después de aquel accidente en la playa de California. Fue
así:
Estaba en la playa más conocida de mi país, hasta que se me ocurrió la
estúpida idea de bañarme, entraba lentamente y localizaba una sombra a unos
tres metros de mí, ¿sabéis que era? Un tiburón que perseguía a un pescado
que intentaba alejarse de semejante monstruo lo más rápido que le
permitían sus pequeños aleteos.
Corría hacia mí. Sin que yo me diera cuenta, el saltó, y me mordió en
la extremidad superior derecha, intenté deshacerme de él pero cada vez sus
dientes apretaban con más fuerza. Fue tan fuerte la mordedura que me quedé
inconsciente. Cuando desperté creía que era
una pesadilla pero estaba equivocado, destapé las sábanas, observé muchas
mordiscos y desgarres que ese animal había hecho en mi cuerpo.
Al día siguiente mis padres me visitaron y charlaron conmigo:
–¿Hijo, aún sigues vivo? –susurró
mi madre aterrada por las heridas graves. Ese tiburón casi te devora por
completo, espero que te den el alta lo más pronto posible.
–Lo único que recuerdo es que ese bicho me intentó llevar mar adentro lo más
rápido que podía, no lo consiguió.
–Por cierto he traído el periódico de hoy en el que hay una cosa que te
gustará-dijo mi padre
–¿Han acabado con él?- pregunté.
–Se acabó la terrorífica amenaza. No volverá a dañar a ningún otro– se
alegró mi padre.
–Por fin volveré a dormir tranquilo.
Texto: Víctor Domínguez.
Víctor, tu trabajo ha ido mejorando texto a texto, y este es un relato bien construido, en el que has empleado los recursos que has aprendido de una forma apropiada y efectiva.
ResponderEliminarSigue escribiendo y mejorando día a día.
Muy bien Victor, tus ganas de aprender se han plasmado en este relato que tiene un fondo bien pensado y una estructura que se ve trabajada. Me encantaría seguir leyéndote en letras y voces.
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