24 enero 2012

Odiar y salvar el 9


No puedo explicar lo que ví aquella noche, la noche en que Numerolandia estuvo a punto de desaparecer.
         Un día, en Numerolandia estaba paseando una joven muy guapa, con el pelo corto en forma de nueve, una camiseta con el número nueve, un pantalón con el número nueve y unos zapatos del nueve. La joven, llamada Elena, paseaba tan tranquila por el bosque “ Nueve Maravillas”, y de repente…. ¡Se encontró con nada!, ¡no había nada!, ni un agujero negro, ni nada de nada. Entonces se dio cuenta que tenía que avisar a la Reina Novena lo antes posible.
         Caminó, caminó y caminó por praderas, montañas y bosques, hasta encontrar el palacio de la Reina Novena. Allí no había nada, nada de nada, absolutamente nada.
Después de un rato meditando, se puso en camino. Tenía que avisar lo antes posible a la Princesa Novena. Caminó, caminó y caminó, hasta que divisó el palacio, en donde yo (que soy la princesa) me encontraba esperando importantes noticias, ya que Numerolandia estaba desapareciendo.
Elena dijo:
-¡Su palacio, alteza, es lo último que queda por desaparecer!
La princesa le respondió:
-Elena, en tus manos está evitarlo, lo único que tendrás que hacer, es … “odiar el nueve”, eso vencerá a la maldad.
Elena así lo hizo, y de esta forma tan poco corriente, Numerolandia se salvó para siempre.

Texto: Paloma Martínez Gortázar (12 años)

4 comentarios:

  1. Excelente relato en torno al nueve, un número mágico, como el mundo que retratas. Destaco, sobre todo, esa sucesión de descripciones de la protagonista en torno al nueve y ese matraquilla machacona de cómo Elena vio que no había nada de nada de nada, ni nada de nada... Genial. A seguir explotando esa voz que tienes, Paloma.

    ResponderEliminar
  2. Como me gusta tu trabajo , sigue así. Guapa.

    ResponderEliminar
  3. Me ha impresionado mucho la imaginación que has puesto en este relato. Aspecto primordial para ser escritora, ánimo Paloma tienes un mundo interior muy bueno.

    ResponderEliminar
  4. Un mundo con sus propias reglas, amenazas y heroínas.
    Muy buen cuento, original, deudor de los cuentos clásicos.

    ResponderEliminar