Él es un tanto especial, diferente, pero eso es lo que le hace único, ¿no sabéis quien es?, ¡es el mejor jugador de fútbol del mundo! ¿cómo? ¿qué no conocéis la historia de Emilio? Pues… tendremos que empezar por el principio.
Hace ya medio siglo, en un pueblo del sur de la isla de Tenerife, un grupo de amigos pasaban verano tras verano entrenando juntos. El pueblo era pequeño y aún no había campo de fútbol pero la pasión por el deporte de todos era tan grande que les bastaba con un balón y cuatro piedras para señalar la portería.
Recuerdo aquella foto en blanco y negro con los bordes desgastados por el paso del tiempo, con el mar de fondo y el faro a lo lejos igual que ahora, con sus rayas rojas y blancas. Apoyado sobre el muro de piedra blanca estaba él, lleno de ilusiones mostradas en su mirada, lo que él no sabía en ese momento es que todos esos sueños se cumplirían.
Emilio, en el grupo, no era de los que mas deslumbraba pero sin embargo, aunque el resto no se diera cuenta, gracias a él todo el equipo seguía manteniendo la esperanza porque no sólo su entusiasmo y su indudable potencial, sino la sonrisa que siempre tenia en la cara, transmitía al resto ganas de esforzarse al máximo y de seguir adelante para llegar a su objetivo.
Sin embargo, con el paso de los veranos los niños que eran se convirtieron en hombres y cada vez se veían menos porque empezaban a encontrar el interés en cosas diferentes, seguían quedando de vez en cuando para jugar un partido pero ya no entrenaban como hacían en los viejos tiempos.
Por otro lado, nuestro protagonista Emilio seguía teniendo la motivación del primer día y seguía queriendo llegar a lo más alto con el fútbol, así que año tras año siguió entrenado en el Porís y poco a poco empezó a explotar y pulir el talento que tenía.
Emilio había conseguido progresos inimaginables, pronto se dio a conocer y los mejores equipos competían por ofrecerle la mejor oferta y conseguir ficharlo en sus equipos. Fue tan grande la entrada de Emilio al mundo del fútbol que las cadenas de televisión contactaron con él a la velocidad de la luz. Todos los periodistas buscaban una primicia en portada que hablara sobre él. En los quioscos la mayoría de las revistas dedicaban una sección sólo a él.
Para su mala suerte solo pudo rozar la fama con la yema de los dedos porque tras marcar su segundo gol en un partido importantísimo, un jugador del equipo contrario y mucho más fuerte que él, en un intento por robarle el balón, resbaló por la hierba con el pie por delante y terminó por alcanzar su tobillo, causándole tal fractura que los médicos dijeron que no podría volver a pisar el campo para jugar.
Pasaron los días y Emilio seguía anhelando volver a jugar pero sabía que no podría volver así que se esforzó para que el fútbol siguiera siendo parte de su vida. Era entrenador, a pesar del poco tiempo que estuvo jugando, era muy solicitado, el equipo al que entrenaba era de los mejores del mundo y sentía el calor del equipo como si fuera su familia.
A pesar de todo, sus ganas de tomar partido en las jugadas que él mismo diseñaba para su equipo lo llevaron a querer llegar mas allá de lo que él pensaba, intentando encontrar una forma de recrear sus jugadas fuera del campo. De esta forma, Emilio ha sido recordado durante mucho tiempo, porque consiguió lo que andaba buscando pues es el creador de uno de los mejores juegos a los que seguimos jugando todos: ¡El Futbolín!
¿Entendéis ya por qué es tan especial?
Texto: Silvia Izquierdo Rufino (15 años)
Un texto con sorpresa final Silvia. Tiene chispa y además están muy bien identificadas las partes que ha de tener un texto, buen trabajo para empezar en esta aventura.
ResponderEliminarMuy buen texto, buena estructura, con una historia bien llevada y mejor rematada, como los goles de Emilio.
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