—¿Lo
escuchas? —Me dijo mientras daba una calada a su pipa de cuerno de dragón.
—No, ¿qué se supone que tengo que escuchar? —le
respondí mientras agudizaba mi oído lo mas que podía. A la vez, me fijaba en el
curioso señor al que yo llamaba Maestro; el cabello largo y entrecano estaba
recogido hacia atrás, lo que dejaba a la vista su sien rígida y tersa.
—Tranquilo, te darás cuenta más adelante. —Su
voz suave y pasiva entraba en mi cabeza como una mano que me tranquilizaba en
aquel raído sillón de su salón oscuro.
—¡Zafir! ¡Despierta, chico! Ve al edificio
principal y limpia el establo de Caminster
—le ordenó su jefe desde la escalera—. «Paciencia». —Pensó Zafir. Todavía era pronto para aquello y a
pesar de haber pasado ya cinco años de su muerte, sus recuerdos y palabras
seguían en su mente—. «Aprende y no olvides»— le gritó al final de una de sus
visitas al salir por la puerta.
Autor: Victor Manuel Naval
1º ESO